miércoles, 23 de abril de 2014

A propósito de...

En esta ocasión vamos a comentar una entrada de otro colega bloguero, Roberto Carballo, concretamente una entrada que nos ha despertado un nuevo interloquio innovador a estas horas de la noche, porque lo que no apremia puede aguantar hasta mañana. En definitiva, que andamos entre deconstrucciones y Confuccios.

Hace unas semanas en otra clase del máster, nos hablaba un profesor sobre la importancia de la filosofía confucciana en China, y la, por lo tanto, reverencia constante al maestro, al padre, al profesor, que allí se perpetúa. Y es que tiene una influencia vital la manera en la que afrontamos las enseñanzas de aquel que está para enseñarnos: si  uno se enfrenta a lo dicho por el maestro o el padre con la soberbia del que lo sabe todo, seguramente recibirá por manos del tiempo y el destino una bofetada a cobro revertido por tanta vanidad; pero, por otro lado, si uno se enfrenta a ello con la impoluta humildad que roza la servidumbre, de
igual manera recibirá la bofetada de lo intrascendente de su aprendizaje de cara a ese tiempo y destino.

Porque habría que plantearse si existen verdades inamovibles ante las cuales uno deba arrodillarse, o matices que quepan ser despreciados: habría que plantearse si en lugar de la ególatra soberbia o la comedida humildad, no sería mejor enfrentarse a lo dicho con seguridad pero con respeto; con la seguridad y firmeza de que con el esfuerzo se pueden conseguir cosas que mejoren nuestro mundo, y con el respeto y agradecimiento por aquel que te da por regalo aquello que con su seguridad y antaño consiguiera con su seguridad y firmeza. Y ya que el último día recitamos a Nietzsche, vamos a terminar este interloquio con unas palabras suyas: “Todo aquel que construye el futuro, tiene derecho a juzgar el pasado”.

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